jueves, 12 de marzo de 2009

Casta chupeteadora… la ganona

PARTEAGUAS

Por Armando Berrones

En el mundo de la economía y las finanzas, el binomio ganadores y perdedores es inevitable. Como toda competencia y ante una crisis global, los más abusados son los que la libran y hacen un mejor papel. Aquellos que tienen la avaricia pegada a la dermis y sin asomo de vergüenza, compran cotos de poder y mantienen a una cáfila de sanguijuelas, que viven a merced de las volatilidades del mercado. Ellos que poseen los recursos crematísticos y un gran despliegue de orejas de dimensiones paquidérmicas para ver dónde hay mejores y más rentables condiciones para la inversión, son quienes ganan con la crisis financiera mundial, que mantiene asolada a la población, que la pone de hinojos por el derrumbe del empleo y las esperanzas de un buen horizonte.

Aquellos que tienen acceso a información privilegiada, compran a precio de risa empresas en franca quiebra, los banqueros y especuladores, que medran con las desgracias humanas y que observan en estos tiempos áreas de oportunidad para sangrar hasta las piedras. Esa casta chupeteadora, que obtiene beneficios sin parangón es, justamente, la ganona.

En contraste, hay quienes pierden, empresas o pymes que asumen los costos de la crisis. Los que pierden, son, en mi opinión, los que a lo largo de la vida han recurrido a prácticas equivocadas de liderazgo organizacional, quienes no tienen un plan integral ejecutivo de sus estados financieros, a aquellos cuyas finanzas están más que tóxicas, que no han sido validadas, que tienen un desgarriate en sus sistemas de calidad, que aportan un pésimo servicio a sus clientes, que no han instrumentado acciones que recuperen las mejores prácticas operativas. Sin duda, éstas serán las perdedoras en esta jungla financiera que no guarda piedad para nadie. Aunque también, hay que decirlo, existen otras empresas que han cumplido con su cometido, pero las irregularidades del mercado y la helmintiásica burocracia han representado sus principales diques.

Por ello es estrictamente indispensable, tratar de obtener algunas enseñanzas de este efecto dominó que la “economía de Casino” -como la sentenció hace tiempo el ex Presidente de Cuba, Fidel Castro- deja para la reflexión.
En una situación de crisis financiera global, los mecanismos de regulación de las entidades crediticias deben ser más severos y meticulosos; las empresas tienen la obligación de depurar sus esquemas organizacionales, sanear sus finanzas y propiciar condiciones de estabilidad y progreso al interior. Deben estar conscientes de que el libre mercado, de la oferta y la demanda, es volátil como impredecible; nadie, ni aun con poderes mágicos o extrasensoriales, podrá aventurar pronósticos irrebatibles; en consecuencia, es urgente que estén atentas y listas para actuar. En eso residirá su capacidad asertiva y posterior desarrollo.

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