Entre los múltiples indicadores que muestran el desempeño económico de un país o nación se encuentra el relativo al crédito hipotecario, pues además de reflejar la bonanza o precariedad de los ciudadanos, en términos de capacidad de pago, define que se está haciendo a nivel de políticas públicas.
Nuestro país
enfrenta actualmente serios problemas como la inflación incontrolable, el
estancamiento de la actividad productiva(NULO CRECIMIENTO) y el constante deterioro
del poder adquisitivo de dinero, sin prescindir del desempleo que no termina de
apuntalarse. Ante este panorama, algunos
analistas señalan que existe un riesgo potencial de caer en la pesadilla de una
devaluación como la ocurrida en 1994, en los tiempos del rey Carlos, quien
encaminó por la senda de la política al actual inquilino de Los Pinos, Enrique
Peña Nieto, si no se superan los lastres que impiden el crecimiento.
Me llama la
atención el dato que se publica en la prensa, dice la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores (CNBV) que “el segmento de crédito de vivienda al cierre
de enero de 2014 conformó el 17.1 por ciento de la cartera total de créditos
alcanzando un saldo de 518 mil millones de pesos al pasar de 2.61 por ciento a
3.42 por ciento”.
Abunda en
que, “no obstante, la cifra de quienes dejan de pagar su crédito hipotecario
también creció al contemplar un Índice de Morosidad (IMOR) que pasó del 3.45
por ciento a 4.0 por ciento, lo que significó un incremento en su IMOR de 0.59
puntos porcentuales comparado con el mismo periodo de 2013.
Fue el
segmento de vivienda de interés social el que tuvo un incremento más fuerte en
cuanto a personas que cayeron en impago, al registrar un acumulado anual de
2.03 por ciento en su cartera vencida”.
Ante ello
cabe una lectura política: la gente no tiene para pagar sus viviendas; ¿come o
cubre sus obligaciones? Peor aún, si no se cuenta con un salario, un trabajo
bien remunerado, cómo se puede aspirar a algo? Muchos políticos afirman con
absoluta seguridad que con las leyes secundarias que contienen las reformas
estructurales, los fantasmas del pasado serán exorcizados; sin embargo, esa
postura es tan tecnócrata, infantil y cruel, puesto que habría que buscar otros
esquemas para sobreponerse a los embates del exterior… y uno de ellos es
justamente la desaceleración económica de EU. Su política monetaria es ahora
menos expansiva, por lo que no hay que abrigar muchas esperanzas a corto plazo.
Por tanto, es menester apostarle al mercado interno, fortalecerlo, impulsarlo
suficientemente para generar un crecimiento sostenido y general.
Desde luego
también buscar la diversificación de los ingresos en el gobierno e incrementar
el gasto público, evitar los torpes subejercicios del Presupuesto, entre otras.
Sin caer en
el derrotismo, ¿se podrá lograr eso con una reforma fiscal que atenta contra la
planta productiva y laboral? , que depaupera a los ciudadanos, quitándoles
recursos vía más impuestos?... la prueba más evidente son el titipuchal de
amparos que se han presentado ante las instancias federales para anular la
carga tributaria tan pesada.
Sin duda que
es un tema para seguir analizándolo desde distintas aristas. No debemos olvidar
que toda economía precisa de ahorro, inversión y consistencia en el tiempo. Lo
demás son puras cantinfleadas.
@ArmandoBerrones
www.asesoriaeditorial.blogspot.mx