PARTEAGUAS
Armando Berrones
El 26 de abril es cuando la Comisión instructora del Congreso de la Unión determinará lo conducente en torno al inminente desafuero del aún Gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca. El tema, bien mirado, es de especial relevancia puesto que tendrá un matiz político- electoral y será utilizado para beneficiar a un partido principalmente a Morena que terminará quizá entre las preferencias de voto para el día 6 de junio.
Este elemento constituye ya de hecho un instrumento irrebatiblemente poderoso para apuntalar al partido del presidente, esto es, Morena y cabe la posibilidad real de que ganen las elecciones en el próximo proceso comicial. Sin duda que mejor momento no podría tener Morena para fortalecer su presencia en el estado y apoderarse de importantes posiciones políticas.
De concretarse el desafuero, las baterías federales se irán en contra de todos los miembros de su familia que se prestaron para el presunto saqueo al erario y consecuentemente enfrentarán la justicia sin el apoyo de nadie, ya que es evidente que el escándalo mediático, los deslindes y traiciones de la clase política no se harán esperar.
Ante un contexto como el actual, ¿Qué estrategia podrá esgrimir García Cabeza de Vaca en su defensa cuando abundan las investigaciones en su contra en México y Estados Unidos por delincuencia organizada, lavado de dinero y defraudación fiscal, entre otros presuntos delitos de orden estrictamente federal?
El asunto es de pronóstico reservado, sin embargo, el tiempo fiel aliado se le acaba a Francisco y no se ve por donde pueda librar el brazo ejecutor de la justicia. Todo tamaulipeco con mínima inteligencia puede discernir que este caso tiene de hinojos a muchos, no solamente al inculpado, sino a todos aquellos que se empoderaron a la sombra y amparo del gobierno estatal e hicieron jugosos negociazos con el dinero de los ciudadanos nobles y trabajadores de esta maltrecha entidad.
La justicia cumplirá su encomienda y veremos en qué resulta todo ello, porque incontestablemente el voto se va a decantar a favor de los que ofrecen acabar con la corrupción y las tropelías, aunque lleven en los genes similares pulsiones. Porque está claro que la política es el paraíso de la venalidad, las componendas y saltos cuánticos direccionados a la depredación con todas las de la ley.
Bien decía Napoleón Bonaparte:
“La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza”.