Decía un rótulo puesto en el escritorio de un gerente: “cada historia
tiene 3 lados: su lado, mi lado y los hechos.
Cada vez que leo esta singular frase no puedo menos que remontarme al
análisis e interpretación del poder en Tamaulipas.
Muchos funcionarios pensarán que los críticos del gobierno son
amargados, insaciables y carentes de escrúpulos. Nada más alejado de la
realidad; en lo que se diferencian de las plumas de ornato es precisamente en
el anhelo de justicia social. O como diría Rosario Castellanos, “que la
justicia se sienta entre nosotros”.
Al que esto escribe lo mueve por supuesto el sentido social, pues cuando
se advierten las enormes y deleznables asimetrías económicas en la entidad no
se puede actuar de manera individualista y gandallesca; tiene uno que ser claro
en sus conceptos y justo verdaderamente, a fin de señalar lo que está mal y
desde luego lo que está bien.
El oficio del periodista es justamente ser la voz del pueblo, que
sojuzgado por los usufructuarios del poder, no puede hacerse oír y virtualmente
pasa inadvertido si no es que ignorado olímpicamente. Por ende, en mis
aportaciones expreso lo que los hechos muestran, exhiben, de suerte que los
propios lectores juzguen su validez y sentido de la oportunidad. Ayer refería
que todo gobierno tiene entre sus principales tareas elaborar planes de
trabajo, pero particularmente políticas públicas bien encaminadas, medibles y
contrastables. Sin embargo, una simple mirada inquisitiva a lo que se ha hecho
en todos los sentidos en Tamaulipas en los últimos 3 sexenios bastaría para
darse una idea de que ciertamente nos encontramos sino en el hoyo, muy cerca de
él.
Vayamos por partes: en Educación
los cacicazgos y la interminable vorágine de corrupción nos deja a todos con un
mal sabor de boca. Este flagelo irrumpe por doquier, los comisionados, la
escasez de maestros, la falta de infraestructura, la venta de plazas, la pésima
enseñanza que se imparte en las aulas, los fraudes cómplices, son apenas algunas de las irregularidades que
acusa el sistema educativo y que lo ponen en grave predicamento.
Si nos remitiéramos al tema de la
salud, falta mucho por hacer, ya que el servicio médico que se ofrece en
general es malo y poco confiable. No hay inversión en infraestructura, los
hospitales trabajan con exiguos recursos, faltan medicamentos y predomina la
idea de un nosocomio de guerra, lleno de carencias, no obstante, los políticos
del oficialismo se llenan la boca con buenos discursos, producto de la
comodidad palaciega.
Si hablamos de empleo e inversión, cualquier cosa que se pueda decir de
ambos resultará insostenible cuando simplemente se evalúe la creación de
fuentes de ingresos. No hace mucho a nivel nacional se destacó la noticia de
que Tamaulipas ocupa el segundo lugar en desempleo, así que cualquier
aseveración en descargo de ello parecerá ridícula.
No hay inversión por la sencilla razón de que se carece de condiciones
de seguridad para la atracción de empresarios de otras latitudes. Seamos
claros: nadie le va a apostar a quedarse en regiones que prometen problemas de
tipo delicuencial.
En mi siguiente entrega, hablaré de temas que constituyen verdaderas
rémoras que inciden significativamente en el devenir de Tamaulipas.