Benjamín
Disraeli, conocido también como Conde de Beaconsfield o Lord Beaconsfield y
quien fuera político, escritor y aristócrata británico, solía decir que “utilizar
los impuestos para asegurar las ventajas de una clase no es protección, sino
despojo”.
El apotegma,
bien mirado, es un singular instrumento para entender lo que no debiera
realizar el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, ya que en ocasión
de su visita al Viejo Continente, particularmente a París, expresó que
contempla impulsar una Reforma Fiscal que ayude a quienes menos tienen. Para
ello, buscará llegar a acuerdos políticos con las distintas fuerzas sociales, a
las cuales les hará ver la imperiosa necesidad de establecer una carga impositiva
que sea de estímulo y progresividad para las empresas y adicionalmente ampliar
la base de contribuyentes, pues está más que claro que ambas cosas son
importantísimas para lograr altos niveles de crecimiento económico y
sustentabilidad a través de los ingresos que coadyuvarán al fortalecimiento del
gasto público.
Pretende el
ex gobernador del Estado de México que la riqueza que se cree en nuestro país
sea debidamente redistribuida, pues son muchas las asimetrías que se observan
alrededor y consecuentemente tienen que ser eliminadas.
De todo ello
es importante señalar que se deben añadir a esas acciones, otras que sean contrarias
a la insultante concentración de la riqueza que un grupo de empresarios en
nuestro país mantiene; propiciar en consecuencia la libre competencia, que
supone eliminar las entidades monopólicas y oligopólicas; acabar con los privilegios fiscales, los
cuales se otorgan de manera selectiva y discrecional, impulsar las inversiones
productivas, que no especulativas para generar los empleos que se requieren con
urgencia; incentivar a los mercados para que sean funcionales, fortalecer el
poder adquisitivo de los salarios, porque, sobre todo, debemos recordar que
toda economía tiene 4 elementos fundamentales:
Crear
riqueza, distribuirla equitativamente , tener un marco de estabilidad y
finalmente hacerlo con estricto respeto al medio ambiente sin que se lesione el
tejido social. Si un gobierno, de cualquier filia partidista lo hiciere,
considero que dejaría una profunda huella en el contexto socioeconómico.
Abrigo la esperanza de que el nuevo gobierno
tome en cuenta estas ideas para alcanzar sus metas de política económica que
tanto necesitamos los mexicanos.
Huelga
recordar que lo importante es la prevalencia de los intereses sociales y para
ello la función primaria de todo gobierno es regular la economía de manera
eficaz en aras de evitar que sea rehén de los poderes fácticos y empresariales.
Es justo y necesario ir dando los primeros pasos para plantear una nueva
relación entre el Estado, el Mercado y la Sociedad.