Cuando se observa la desvergüenza con que se mueven los políticos tamaulipecos, prefiere uno dedicarse a escuchar música clásica o leer las historias de buena manufactura literaria, porque seguramente nos alegrarán el día… Y es que no termina uno de preguntarse, ¿qué clase de funcionarios tenemos los victorenses? ¿qué estamos pagando para merecer tanta estupidez, engaños e insultos a nuestra brillante inteligencia?
Pues bien: Ahora resulta que los 50 millones de pesos que recibió el otrora alcalde de Victoria, Arturo Diez Gutiérrez para obras de pavimentación, con el aval de la secretaría de Finanzas, no se sabe en qué se utilizaron. Llama mucho la atención porque da la casualidad de que no existe registro ante la Secretaria de Hacienda, ni está contemplado en la Ley de Ingresos ni la Ley de Egresos, entonces, qué pachó con ese dinero? ¿Se utilizó en obra pública o fue el año de Hidalgo o la salida decorosa del premio-alcaldía?
Será el sereno, pero esa deuda debe contar con un registro, porque los 50 millones no son cualquier friolera. La gente está harta de la voracidad, desvergüenza e inmoralidad de nuestros políticos de pacotilla. Se imagina, amable y dilecto lector, ¿cuántas cosas se hubieran logrado en beneficio de la gente con ese dinero? Si ya no pueden con las lluvias, que han desbordado el sistema lagunario de Tamaulipas, y ahora con estos trastupijes.
Por su parte, el actual alcalde, Miguel González Salum se hace de la vista gorda y declara a los medios que no existen pruebas en contra de su predecesor, que todo está normal, que solamente el Congreso del Estado deberá hacer la revisión conducente de las cuentas públicas y si encuentra algo irregular, proceder a las sanciones que correspondan casuísticamente. Será? Lo cierto es que esto comprueba la máxima en política: “entre gitanos no se lee la mano”.
MUCHOS PLANES; POCAS ACCIONES
Los gobiernos estatales y municipales ya nos tienen ahítos de tantos planes de trabajo, de reunioncitas, de pláticas de café y toda una suerte de explicaciones para devorar la nómina cada mes. Lo cierto es que a los casi 7 meses de estar cobrando religiosamente su sueldo, que no es nada desagradable, siguen empantanados. No hay obra pública, no se ve desarrollo por ninguna parte. Me parece que siguen pagando los platos rotos de otros. Están metidos en la cuestión electoral, la politiquería, en determinar quiénes irán por las senadurías y diputaciones, fundamentalmente. Y en ese contexto, las obras de beneficio social pueden esperar. La gente que vaya mucho a freír espárragos. Nosotros nos vamos de vacaciones!!!
Regresarán en agosto, un mes antes de que comiencen casi formalmente las precampañas ya para entonces, muchos tendrán la bendición del jefe y ahora sí a trabajar para traer más beneficios… a sus bolsillos. La política, siempre la política, no hay peor mal, válgame el pleonasmo.
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