Entre la clase política de Tamaulipas se oye el clamor incesante de que ya termine el mandato panista de Felipe Calderón y que se integre cuanto antes el nuevo titular del Poder Ejecutivo, Enrique Peña Nieto, en caso de que el TRIFE lo hiciera oficial.
El llanto es que los alcaldes dicen que ya no pueden con tantos gastos, que la deuda que arrastran es bestial y que de esta forma no se puede hacer obra pública, con lo que se perjudica sobremanera a los ciudadanos. Una prueba irrefutable es que, efectivamente, no hay avances en ninguna área estratégica de los gobiernos municipales: las políticas públicas en materia de educación, empleo, salud brillan por su ausencia y estamos a un año y medio que iniciaron las alcaldías y no se ve nada digno de destacarse.
Se entienden hasta cierto punto los recortes presupuestales, siempre que no vayan salpicados de tintes partidistas, sin embargo, todo parece indicar que se están registrando por esa razón y no por los ingresos que el propio gobierno federal tiene en sus finanzas.
Cualquiera que sea el argumento, lo cierto es que a la fecha se estima que más de 250 millones de pesos han sido escamoteados a los munícipes.
De conformidad con algunas estadísticas, los recortes son de 20 millones de participaciones a Matamoros, 35 millones en Victoria, 10 millones en Altamira, 30 millones en Madero, 17 millones de Mante, 20 millones de Tampico, entre otros.
Habría que decirles a los alcaldes que a nivel federal existe también un resquemor manifiesto por la derrota electoral que tuvo EPN en Tamaulipas y que, de acuerdo a mantas, quién sabe si el ex gobernador del Estado de México esté en el ánimo de apoyar a la entidad.
En definitiva, estos ajustes al presupuesto nos dejan sólo con un mal sabor de boca a los ciudadanos, pues independientemente de filias o fobias partidistas, lo que debe prevalecer en un gobierno es el interés público. No obstante, parece que seguimos en el juego sucio de los políticos de pacotilla.
@ArmandoBerrones
