martes, 11 de febrero de 2014

PERVERSA INFLACIÓN




En tiempos del rey absoluto, el ex presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, se logró un importante hecho digno de mención, pues resultaba una traba suficiente para mantener controlada a la economía del país, toda vez que se disponía de él cada vez que se enfrentaban crisis monetarias, por lo que se legisló para reformar el  artículo 28 constitucional, sí, ese que señala que el Banco de México es parte sustantiva del gobierno.
Se consiguió precisamente en 1993 desincorporarlo de los criterios gubernamentales y otorgarle absoluta autonomía para cumplir con sus 2 principales tareas: velar por la estabilidad de precios y mantener constante el poder adquisitivo del dinero. Sin embargo, tal parece que estas funciones son solamente buenos principios rectores de la conducta del organismo, pues a decir de los números y ni con Agustín Carstens al frente, se ha cumplido con sus obligaciones per se.   A resultas de las estadísticas y reportes sobre el tema en retrospectiva, valdría decir que desde 1973, que inició la era de las inflaciones, el poder adquisitivo del salario se establece que ha perdido un 70 por ciento. 

 Me queda claro que aun cuando se logró la autonomía en esa dependencia, las cosas no se están haciendo con atingencia y responsabilidad social, pese al discurso oficial de que con las nuevas reformas estructurales todo cambiará.

De acuerdo con los especialistas, la inflación alcanzó el nada despreciable guarismo de  4.63% en la mitad de la cuesta de enero y se estima que durante el 2014 se ubicará por arriba del 4 por ciento. Lo anterior no es nada halagüeño si se toma en cuenta que el país no crece, que la creación de empleos va a la baja, que el encarecimiento de los productos y servicios será un efecto permanente en el bolsillo de los mexicanos, la confianza del consumidor es muy baja, que las remesas y deportados de EU a México es un hecho innegable y mayúsculo y que la ambiciosa  devoradora Secretaría de Hacienda no cede un ápice en cobrar toda suerte de impuestos, que eventualmente acaban con los buenos empresarios.

Dicho lo anterior, la pregunta qué seguramente nos haremos, amable lector, es ¿qué nos depara en los próximos meses en materia económica? Yo diría que seguirá extenuado el mercado interno, que en teoría debería ser el motor de la economía, derivado de la espiral inflacionaria. 

 Agrego que no habrá muchos cambios a corto plazo, aunque se avance en algo sobre las leyes secundarias que se deben aprobar en el Congreso de la Unión en torno a las reformas energéticas, en telecomunicaciones y financieras. Y finalmente que la onda criminalística seguirá su curso perverso al impactar de manera severa en las variables económicas, pues está más que visto que la inseguridad ahuyenta a los capitanes de empresas.

@ArmandoBerrones








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