Artículo publicado hace algunos años. Recuerdos, sólo recuerdos... Ahora, la cuarta Transformación.
La carrera por la Presidencia de la República está en su punto crucial y aunque hay quienes ya se han adelantado para presentar su repertorio de virtudes, cualidades, potencialidades inusitadas, pasmosas, irreverentes, identitarias y mercadotécnicas, lo cierto es, amable lector, que apenas llevamos 2 meses del 2005 y los desencuentros y rivalidades irreconciliables entre los protagonistas de la polìtica ya se estàn dando y van a degenerar en mayores escàndalos, para “llevar agua a su molino”.
Es evidente que estas machincuepas, trastupijes, latrocinios y demás, siempre serán explotados políticamente, cada uno desde su trinchera, “engordarà el caldo”, para hacernos ver que laya de politicastros tenemos y en quiénes debemos confiar.
Este sexenio, es menester señalar, se inscribe en la historia como Caso Juzgado; como la gran, ùnica e irrepetible oportunidad que tuvimos los mexicanos de transformar el status quo de nuestra sociedad; un sexenio plagado de errores, contrariedades, exhibicionismo, arrebatos, trivialidades mundanas y buenos deseos -hay que decirlo- , pero que generaron un profundo desencanto e irritabilidad.
El costo social, pero, sobre todo, el económico será de magnitudes colosales, inestimables. La falta de reformas estructurales son parte de éste; sin embargo, tambièn hay aspectos de nuestra economía que no tuvieron los recursos suficientes para su desarrollo.
A fuerza de ser sinceros, debemos reconocer que en nuestro sistema polìtico, los primeros 2 años de cualquier inquilino en los Pinos son de análisis, prospectiva y planeaciòn de proyectos con un sentido estrictamente social; los subsiguientes, son para llevarlos a la praxis, aterrizarlos, ver que los cambios se enraicen; y por ùltimo, los que quedan, son para ir preparando a los nuevos cuadros polìticos que se dedicaràn a hacer sus precampañas; esto es, movilizar cuadros, ver a quien se designa para la “Grande”, -independientemente de los colores partidistas-, en còmo desviar recursos pùblicos, en còmo hacer su “cochinito” con la caja Chica y desde luego, con la anuencia y el concomitante debilitamiento del poder presidencial, que va pasando a un tercer plano, dicho con el rigor y respeto al que su investidura representa.
Es lamentable que esto suceda en nuestro paìs, ya que las decisiones polìticas deben estar fundadas en los beneficios sociales; la Polìtica, en su sentido primigenio, es la articulación de acciones orientadas al bien comùn: es su quintaesencia. Empero, para los funcionarios, esa burocracia parasitaria, helmintiasica, arribista, sanguijuela, lo que se diga en torno a ello, raya en un discurso populista y utòpico.