viernes, 19 de octubre de 2012

REFORMA FISCAL






Benjamín Disraeli, conocido también como Conde de Beaconsfield o Lord Beaconsfield y quien fuera político, escritor y aristócrata británico, solía decir que “utilizar los impuestos para asegurar las ventajas de una clase no es protección, sino despojo”.
El apotegma, bien mirado, es un singular instrumento para entender lo que no debiera realizar el presidente electo de México, Enrique Peña Nieto, ya que en ocasión de su visita al Viejo Continente, particularmente a París, expresó que contempla impulsar una Reforma Fiscal que ayude a quienes menos tienen. Para ello, buscará llegar a acuerdos políticos con las distintas fuerzas sociales, a las cuales les hará ver la imperiosa necesidad de establecer una carga impositiva que sea de estímulo y progresividad para las empresas y adicionalmente ampliar la base de contribuyentes, pues está más que claro que ambas cosas son importantísimas para lograr altos niveles de crecimiento económico y sustentabilidad a través de los ingresos que coadyuvarán al fortalecimiento del gasto público.
Pretende el ex gobernador del Estado de México que la riqueza que se cree en nuestro país sea debidamente redistribuida, pues son muchas las asimetrías que se observan alrededor y consecuentemente tienen que ser eliminadas.
De todo ello es importante señalar que se deben añadir a esas acciones, otras que sean contrarias a la insultante concentración de la riqueza que un grupo de empresarios en nuestro país mantiene; propiciar en consecuencia la libre competencia, que supone eliminar las entidades monopólicas y oligopólicas;  acabar con los privilegios fiscales, los cuales se otorgan de manera selectiva y discrecional, impulsar las inversiones productivas, que no especulativas para generar los empleos que se requieren con urgencia; incentivar a los mercados para que sean funcionales, fortalecer el poder adquisitivo de los salarios, porque, sobre todo, debemos recordar que toda economía tiene 4 elementos fundamentales:
Crear riqueza, distribuirla equitativamente , tener un marco de estabilidad y finalmente hacerlo con estricto respeto al medio ambiente sin que se lesione el tejido social. Si un gobierno, de cualquier filia partidista lo hiciere, considero que dejaría una profunda huella en el contexto socioeconómico.
 Abrigo la esperanza de que el nuevo gobierno tome en cuenta estas ideas para alcanzar sus metas de política económica que tanto necesitamos los mexicanos.
Huelga recordar que lo importante es la prevalencia de los intereses sociales y para ello la función primaria de todo gobierno es regular la economía de manera eficaz en aras de evitar que sea rehén de los poderes fácticos y empresariales. Es justo y necesario ir dando los primeros pasos para plantear una nueva relación entre el Estado, el Mercado y la Sociedad.












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