lunes, 1 de octubre de 2012

TERCIARIZACIÓN





Dentro de las muchas lecturas que se pueden hacer en torno a la llamada Reforma Laboral, la cual es una de las más importantes que se elaboran en el país y que hubo de pasar casi 12 años de gobiernos panistas para que se diera la aprobación, cabe hacer algunas consideraciones sin asomo partidista o doctrinario.
La Reforma tiene sus bemoles y le diré cuáles son: se mantiene intacto la vida interior de los sindicatos o la llamada autonomía, no habrá rendición de cuentas; se flexibiliza la contratación de empleados por la vía outsourcing, esto es, ahora el patrón podrá disponer de un trabajador una o 2 horas y deberá pagarle las 8 aunque no quiera. Lo cual se ve muy poco realizable, conociendo el gremio; tercer punto, está claro que la terciarización sólo ha traído al país un fenómeno conocido como la precarización laboral, el cual consiste en la sempiterna inestabilidad en el área de trabajo y consecuentemente la baja productividad de las empresas, que hoy día se ubica en un 40 por ciento, debido a la informalidad y la desocupación.
Está comprobado y validado por estudios serios en otros países que este esquema lejos de beneficiar, perjudica a quienes por razones patronales caen en él, pues no hay una responsabilidad manifiesta del empresario, el salario no es justo ni constitucional y se sabe que las más de 5 mil 300 empresas que operan en México, no cumplen con sus obligaciones fiscales y ya no hablemos de que paguen las prestaciones de Ley como el seguro social, aguinaldo y el esperado reparto de utilidades.
La iniciativa preferente, en otras palabras, permitirá a los empresarios que sigan jugando con los derechos de los trabajadores, de acuerdo con algunos informados abogados, ya que los contratos a prueba, la capacitación y otras hierbas, no obligan a la plutocracia a garantizar un sueldo.
Incluso se menciona que esa ley sirvió y servirá para dar alegría a los sectores empresariales más reacios a cambiar la política laboral en nuestro país y sobre todo, a dar pábulo a sus ambiciones e intereses creados.
Valdría la pena, pues, buscar alternativas que no abandonen más a los ciudadanos, que ayuden a incentivar una cultura pro empresarial y no una, que siga dañando a la clase trabajadora, que es la que hace grande a un país. Sin ella, estaríamos peor.

 

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