Si hay algo
que identifica a la clase política de Tamaulipas y desde luego, la nacional es
aquello que se conoce como la indiferencia… pero… qué dice la Real Academia al
respecto, veamos:
“sentimiento
o postura hacia algo o alguien caracterizado por no ser ni positivo ni
negativo, intermedio entre el desprecio y el aprecio; y relacionado con la
apatía”, esto es, como dijera aquel político de innombrable memoria: ni nos
beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario.
Asumo este
reclamo, simple y sencillamente por la falta de resolución de los problemas más
agudos en la entidad, los cuales mantienen postrada a la sociedad en la ingenua
esperanza de que la parvada gubernamental hará algo.
En
Tamaulipas, la carencia de inversiones, la inseguridad latente y manifiesta,
lindante con un estado de derecho insostenible, la apatía de los que debieran
servir y no servirse de los ciudadanos contribuye de manera deplorable a que el
escenario actual y venidero no sea del todo agradable y digo de aplaudirlo.
Está claro que el grupo en el poder lo único que le interesa es llenarse los
bolsillos de plata, robar con todas las de la ley y sostener esa postura
ensoberbecida del “chinguetas” para
mirar a los otros por debajo del hombro.
Claro que
cuando se acercan los caballeros del Poder nacional, los reciclados priistas,
los de aquí guardan sus posiciones y se arrastran cual gusanos de maguey con tal de mantener sus privilegios intactos
y seguir en la depredación oficial con cargo al erario. Después de que se
retiran de la entidad vuelven a las andadas y resulta que aquí no pasa nada,
todo marcha en franca recuperación. Deponen su genuflexa posición y levantan la
mirada.
Lo cierto es
que a más de tres años de un gobierno gris, infame y ahíto de promesas, nada se
ha mejorado, todo sigue empantanado en materia de transparencia, rendición de
cuentas, impunidad, “latrocinios legales”, corrupción y le paro porque la lista
resultaría interminable, cual larga la cola de los politicastros, asaltantes
del poder.
Lo que en
este momento está en juego es saber quiénes saltarán a la arena política para
buscar la candidatura del partido y con ello suceder al gobernante actual,
Egidio Torre Cantú. Eso es lo único que le importa a la plaga burocrática,
porque es más que evidente que este sexenio ya se acabó… si es que alguna vez
empezó.
Sé de buena
fuente que el robadero está a la orden del día en las estructuras
gubernamentales, el dispendio y la extravagante tontería, ocupa el tiempo de la
clase política, por lo que no hay mucho que pedirles a estos presupuestívoros
(¡No te acabes, erario!) a menos que queramos seguir siendo olímpicamente
ignorados.
Dirán en
descargo a sus pillerías, que se invierte en infraestructura social, educativa
y en otros ámbitos; no obstante, basta con una mirada inquiriente para detectar
que son proyectos sexenales orientados a sus familiares y epígonos. ¡Que todo quede en familia!
@ArmandoBerrones
www.asesoriaeditorial.blogspot.mx
Algoritmo
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