martes, 17 de febrero de 2009

Monopolios y Políticos en México

El gran filón que representa México sigue inexorablemente acaparado por los monopolios que enajenan el mercado, limitan la producción, la distribución de bienes y, sobre todo, fijan los precios, lo que a la postre pulveriza los salarios reales.

La distribución desigual de la riqueza es tan añeja como inacabable. En nuestro país, los 36 empresarios harto influyentes, concentran más del 80 por ciento de lo que se produce; generan y controlan más del 55 por ciento del PIB, según estudios económicos realizados por la ONU. Al ser dueños de 39 o más corporativos y estar posicionados en la Bolsa Mexicana de Valores, su poder político y económico se vuelve absolutamente incontrastable. Como grupo de presión político, determinan el crecimiento y desarrollo económico del país, a través de la inversión, la producción y el fortalecimiento del mercado interno.

Durante los regímenes priistas, el pastel, llamado México, fue tomado casi en su totalidad por las cúpulas empresariales, pues lograron medrar(monopolios, CFE, Telmex, Pemex) y amasar monstruosas fortunas, tanto así, que algunos aparecieron en la revista estadounidense Forbes como multimillonarios.

El modelo económico que siguieron las huestes priistas y que ahora Felipe Calderón secunda, es evidentemente el mismo. Cómo es esto? simple y llanamente, se privilegia a grupos políticos y empresariales vinculados al gobierno y se procura favorecer al capital extranjero mediante la obsesiva idea de reducir la inflación en detrimento del crecimiento económico. Aunado a las políticas contraccionistas del gasto público, al sacrosanto respeto a la disciplina fiscal y monetaria, a la falta de créditos de la Banca, al pago del servicio de la deuda, al problema de acumulación de capital de las empresas, entre otras lindezas, lo cual pone de relieve la frágil solvencia económica de nuestro país.

Cuando México deja de ser rentable para los inversionistas extranjeros la salida de capitales, las presiones sobre el tipo de cambio y el aumento en las tasas de interés no se hacen esperar. De ahí, pues, la extrema urgencia de continuar en esa senda correcta: reducir la inflación.

En cuanto a la inversión, los apologistas neoliberales y de la economía ficticia, señalan que como tenedores del poder económico sabrán ejercer, pero, sobre todo, invertir sus ahorros en proyectos productivos; sin embargo, en la práctica las cosas son diametralmente opuestas. No hay que pecar de ingenuos y pensar que como detentan el 83 por ciento del ahorro del país, van a invertirlo en la creación de empleos y en el aceleramiento de la dinámica económica, por el contrario, está claro que sus inversiones estarán en función del valor presente neto de los flujos que generarán. Obviamente, no son inversiones producto de un sentimiento caritativo y solidario, sino que deberán ceñirse a un solo principio: Rentabilidad o llámese expectativa de ganancias. Y esto va enderezado también para los especuladores y oportunistas, aquellos que no están dispuestos a sacrificar sus dineros en aras de la estabilidad y la bonanza económica. Aquí sólo cabe una pregunta, Y su responsabilidad social, dónde está?

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