En el siglo
21 la organización económica y la gobernabilidad política representan elementos
de suprema importancia para los gobiernos en turno, pues su buen desarrollo
garantizan la excelente marcha del país y la recuperación crucial de los
principales resortes que mueven a una sociedad.
La
educación, valga agregarlo como factor de cambio, es más que indispensable en
todo ámbito, por lo que su ascenso viene a fortalecer los sistemas y permite
aspirar a mejores condiciones de vida. No obstante, hay grupos políticos que se
constituyen en rémoras, que buscan enraizar cacicazgos e imponerse contra las
tendencias progresistas de otros. Sin asumir una postura y buscando el
bienestar general, sostenido y equilibrado, las decisiones tomadas en el Centro
del país en torno a la reforma educativa me parecen acertadas, pues suponen un
reordenamiento cabal del entramado político que han implementado algunos
líderes, en aras de seguir saqueando al estado y en detrimento de la educación.
Ahí tenemos los números descarnados y la crudeza del nivel tan bajo de
aprovechamiento que se tiene en la materia y que nos ubica como el último entre
los países de mayor prosperidad económica.
La educación
sigue secuestrada por un grupúsculo de lídercillos que no ven más que formas
para contener las acciones del gobierno de Enrique Peña Nieto. Pretenden seguir enquistados en su posición
cómoda de poder y no piensan en renunciar a él.
Cualquiera
que sea el argumento que se esgrima, lo importante es que se recupere la
libertad y autonomía en el tema educativo. Si el gobierno va a retomar la
rectoría en ese renglón, deberá mostrar las condiciones de forma clara y
precisa, porque no se debe caer en la llamada privatización de la educación.
En esta
capital, grupos de padres de familia ya se manifiestan en contra de la
radicalización de las posturas del SNTE ya que están pensando en suspender
clases como medida de presión a la SEP para que se mitigue el efecto que tendrá
a nivel laboral, la reforma educativa.
Sostienen
que los líderes del movimiento sólo buscan su interés político y dejan de lado,
a la educación de los alumnos, quienes no terminarán bien sus clases si los
docentes se amachan.
Señalan que
si es cierto lo de la idea de privatizar,
¿por qué nadie se ha pronunciado a favor de que se quiten las cuotas
escolares?
Habrá que seguir de cerca este asunto, que
preludia una tormenta parecida a la ocurrida en los noventas cuando ejercía
como encargado de la SET, José Luis García.
Twitter:
@ArmandoBerrones
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