jueves, 5 de febrero de 2009

El Fundamentalismo del Mercado

El dogma del Mercado sigue siendo un anclaje permanente -según se quiera ver-, en los paìses del mundo industrializado. Sus raíces tienen lugar en la década de los 80`, cuando aùn existìan las escaramuzas entre los 2 bloques ideológicos que trataban de repartirse las àreas estratégicas de las Naciones en el subdesarrollo.

Fue con el ascenso al poder norteamericano de Ronald Reagan y con el apoyo de la primera ministra inglesa Margaret Thatcher, cuando su dominio fue absoluto y llegò a entregar sus riendas al Capital Financiero. Sin embargo, hay hallazgos importantes que hacen suponer que la competencia internacional por la atracción de capitales comenzò antes con las 2 crisis del petróleo, que se originaron en 1970.

En la actualidad se discute si esta ideología es necesaria para los paìses en vìas de desarrollo y sobre todo, se pone en entredicho sus “bondades”. Se estima que el Capital Financiero dentro de un sistema capitalista global, sòlo ha servido para erosionar aùn màs los valores sociales, al cambiarlos por los de orden monetario. Es, desde luego, el responsable de que dicho sistema sea tenue e insostenible.

La preeminencia del Capital en todos los espacios destinados a la convivencia social es indiscutible. Los seres humanos hemos sido alcanzados por esta ideología que atenta contra los principios morales màs preciados. Nuestra vida està regulada en la mayorìa de las ocasiones por el Dinero.

Las relaciones sociales se han vuelto frìas, matemáticas, disolventes, deshumanizadas, transaccionales y distantes de un sentimiento de solidaridad.

El fundamentalismo se enraiza en la idea de que los valores del mercado deben estar por encima de los valores morales y políticos. Tiene como particularidad intrínseca: un desdén por el altruísmo y la cooperación.

A los fundamentalistas del Mercado les desagrada tomar decisiones colectivas; sostienen que al interés pùblico se le sirve mejor, dejando que cada quien luche por sus propios intereses; ponen su fe en la “mano invisible del mecanismo de mercado”, no obstante, estos planteamientos resultan incongruentes.

La mayorìa de las Multinacionales no buscan crear empleos, emplean a personas (el menor nùmero y al costo màs barato posible) para maximizar sus beneficios. Debemos insistir y entender que en un sistema capitalista global, lo único e importante y que interesa son los valores crematìsticos.

Los mercados financieros son inherentemente nerviosos, de catadura inestables y potencialmente dañinos para la vertebraciòn social. No hace mucho tiempo, la escritora francesa Vivian Forrester habìa sostenido en su libro “El Horror Económico” , algo tan terrible como disparatado: en un entorno económico y financiero tan adverso como el actual, los seres humanos corremos el riesgo de no solamente carecer de trabajo, si no que, algo peor, no ser dignos de explotación, no ser útiles para nadie y andar por la vida sin rumbo y con la miseria a cuestas.

No se puede poner todo el empeño en perseguir quimeras para alcanzar estabilidad financiera y de paso, soslayar el sentido incólume de la dignidad humana.

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