La nota diplomática que ha
enviado la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) al gobierno de los Estados
Unidos, así como a la embajada en
Washington, para solicitar que se reconozca la inmunidad del ex presidente
Ernesto Zedillo en los acontecimientos trágicos ocurridos en el estado de
Chiapas en 1997 representa una vergüenza más que ofrece este sexenio.
Se sabe que el ex mandatario
mexicano enfrenta una demanda por crímenes de lesa humanidad por la muerte de
45 indígenas, hecho acaecido en Acteal. Diez demandantes, cuya identidad se
mantiene en reserva, presentaron la denuncia, y buscan una indemnización de 50
millones de dólares. La acusación en su contra fue presentada en la Corte
Federal en Hartford, Connecticut, el pasado 19 de septiembre. Sin embargo,
ahora resulta que la administración de Calderón quiere arropar al Ernesto
Zedillo y evitar que sea juzgado en instancias internacionales.
¿Cómo es posible que en este
país siga campeando la impunidad, que es igual a la inmunidad y sobre todo, que
el presidente Calderón meta las manos por un ex homólogo, cuando los hechos
hablan por sí solos?. ¿Quién ordenó
acabar con la disidencia indígena? ¿Los grupos paramilitares lo hicieron de
motuo proprio?
Por supuesto que ese es un
cuento infantil. Si al ex presidente se
le comprueba su injerencia deleznable en estos hechos, debe ser sujeto a las
leyes.
¿Qué le debe Calderón a
Zedillo para que lo cobije de esa manera? ¿Habrá pactado ya algo con las
huestes priistas?, al ver que su delfín, Ernesto Cordero no levanta en las
encuestas y es blanco perfecto para recibir los torpedos mediáticos por parte
de muchos de sus detractores.
Es francamente sospechoso
todo este embrollo que se está formando en torno al ex presidente de México,
Ernesto Zedillo. Los familiares de las víctimas, sin embargo, continuarán en su
postura de encarcelar al principal promotor de esa masacre, que puso a México
en los foros internacionales y dejó un mensaje que a la fecha sigue vigente:
“en México nunca pasa nada”.
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