En su rauda
carrera por llegar a Los Pinos, el PRI ha recurrido a las prácticas políticas
de siempre: ofrecer la esperanza y
muchas despensas para lograrlo a todos con el fin de recuperar sus espacios de
poder. A nivel estatal, los dirigentes
políticos, como Lucino Cervantes y sus paniaguados en los distintos sectores,
han recibido la instrucción de proteger al máximo a los candidatos que enarbolan
la bandera del tricolor, en especial cerrar filas en torno a Enrique Peña
Nieto, a como dé lugar.
Es tanta la
ambición del poder por el poder, que andan ofreciendo a los potenciales
votantes tarjetitas telefónicas…algo parecido a lo que hacía el defenestrado ex
gobernador de Coahuila, Humberto Moreira y quien dicho sea de paso, nadie sabe
dónde está.
El PRI sigue
en su terca actitud de ganar y eliminar a quien se ponga enfrente y claro, es
de esperarse que las amenazas e intimidaciones se estén registrando en muchas
de las áreas de control político que tienen expresamente. Lo cierto es que el
PRI no ha hecho algo verdaderamente relevante en estos 3 meses de campaña; se
han puesto a recorrer el estado y lanzar puros discursos baratos y bonitos para
infundir la idea que han cambiado… nada más ajeno a la realidad.
La gente no
es tonta, sabe que los priistas son lobos con piel de oveja y tienen como
divisa primordial la mentira y los actos ruines.
No debemos
olvidar toda la estela de corruptelas y sangre que han dejado a su paso los
integrantes del tricolor. Los casos inmorales y rayanos en la rapacidad son los de siempre: la ley la ajustan a sus
intereses, compran voluntades, acallan la disidencia, propician el
silenciamiento de los medios de comunicación.
Quedan
escasos días para la elección federal, valdría la pena hacer una reflexión
profunda sobre a quiénes vamos a entregar la confianza con nuestro voto. Es
necesario, por ende, que éste sea razonado.
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