Ya que todo
mundo anda deslindándose de la vergonzoza debacle priista que se registró el 1
de julio, sería prudente no sólo decir que se cometieron errores durante el
proceso electoral, sino también llamar a cuentas a todos aquellos intocables
que lejos de beneficiar al partido, lo estorbaban.
La sociedad
tamaulipeca los tiene bien identificados y sabe quiénes trabajan y quiénes se
la pasan buscando nichos para seguir medrando a costillas de los impuestos de
los ciudadanos. Muchas son las tonterías que ha cometido el PRI a lo largo de
su historia política, por esa razón los ciudadanos ejercieron su poder durante
las elecciones y le asestaron un durísimo golpe al ego y a la soberbia de sus
dirigentes y adeptos.
Es necesario
que el PRI tome como lección de todo ello, pero también tiene la obligación de
depurar a sus cuadros políticos, pues hay gente que en el ejercicio de sus
funciones ha despreciado a la sociedad. Una buena razón de lo anterior son los
actos de corrupción, el amiguismo, el privilegiar el poder por el poder y
rechazar los reclamos bien merecidos que muchos ciudadanos hacen para que se
resuelvan sus necesidades.
Hay
políticos como Felipe Garza Narváez, Anastacia Guadalupe Flores y Gustavo
Torres Salinas que tienen sus asegunes,
porque con observar una parte de su historia, podemos llegar a la conclusión de
que ellos participaron de las escandalosas deudas públicas que enfrentan los
municipios de Tamaulipas y que mantienen en la postración permanente a las
finanzas.
Ellos desde
sus trincheras apoyaron los enormes e inaceptables endeudamientos públicos, que
por desgracia llevarán a cuestas durante muchos años los alcaldes futuros. El
Estado fue hipotecado en aras de apoyar proyectos políticos, como el que quiere
lograr el propio legislador Torres Salinas, quien no cejará en su empeño de
llegar a ser alcalde de Tampico. Eso está por verse, porque con los resultados
del domingo 1 de julio, el panorama no se ve muy esperanzador.
Insisto, hay
que hacer una reflexión y tomar las medidas profilácticas para no meter más cascajo
a los comicios venideros. Los tiempos son otros y precisan más pragmatismo y
sobre todo, inteligencia política.
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