De acuerdo
con un estudio serio realizado por la Universidad Nacional Autónoma de México,
el salario mínimo ha perdido su fortaleza si es que alguna vez la tuvo, en más
del 79 por ciento en el último cuarto de siglo… Impactante y doloroso es
observar los detalles de ese trabajo profesional que realizó particularmente el
Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE), el
cual además reporta que entre el año
2006 y agosto de 2012 el incremento acumulado de la gasolina magna es de 36.22
% y de 45.24 % en el precio del diesel.
“En los
últimos 25 años el salario mínimo de los mexicanos presenta una pérdida
acumulada de 79.11%, que hace que en este momento sólo se pueda comprar una
tercera parte de la canasta básica de alimentos y tengan que trabajar tres
miembros de cada familia, cuando en 1987 sólo trabajaba un solo integrante y
les alcanzaba para comprar canasta y media de productos básicos. Para que las
familias puedan recuperar su capacidad de consumo, y mantener el incremento
promedio cada año -entre 4 y 5%- tendrían que congelarse los precios de
diversos productos durante 47 años. De ser así, sería hasta 2059 que los
ingresos serían suficientes para cubrir las necesidades de los hogares mexicanos”.
Lo anterior
nos mueve una vez a reflexionar en qué se está haciendo como país para avanzar
en el apoyo de los ciudadanos y no en el México que sólo ve por los grandes
intereses internacionales en el contexto de una globalización que pone y quita
a quienes estorban o contribuyen a mantener el status quo.
Los ricos
siguen siendo más ricos y los pobres están en el punto de desaparecer por
políticas económicas neoliberales que buscan permanentemente generar la mayor
cauda de jodidez que se pueda… “que los maten, al cabo son indios”, sabias
palabras de un magnate de Monterrey hará algunos años.
Por
desgracia ese es el tono y el contenido de la arenga que existe en los
conventículos del poder empresarial y su apéndice el político. Los que todo
tienen y les falta para llenar, buscan cómo agenciarse más prebendas y negocios
alternos, al cabo no existe regulación ni competencia. Todo está tamaleado para
seguir con la economía de cuatachos y que el pueblo se lo lleve la carestía.
Bien decía
el escritor Matt Miller: “Vivimos en la tiranía de las ideas muertas”.
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