Hay 2 frases
alemanas que para mi tienen una importancia suprema y que quiero compartir con
ustedes en esta ocasión. Desde luego tienen que ver con el comentario que
quiero pergeñar hoy.
Gerecht und
klug regieren, esto es, en castellano,
gobernar justa y prudentemente; la otra, que también va por ese mismo
tenor: Ein gutes Gewissen ist ein
sanftes Ruhekissen, es decir, la mejor almohada es una conciencia tranquila.
Dichas las
anteriores, debo decir que ojalá los que buscan un puesto de elección popular en
los comicios del 7 de julio las tomen en cuenta, principalmente en el caso de que
ganen y asuman alguna alcaldía, porque está más que visto que Tamaulipas, su
clase política, la que detenta y usufructúa el PODER, no conoce un milímetro de
decencia. Pruebas son muchas, que no se muestren o se pretendan ocultar, eso es
una cosa. Sin embargo, habría que presentar alguna y aquí la exhibo:
De acuerdo
con la Auditoría Superior de la Federación (ASF) en los últimos 30 años —de
1983 a 2012— las políticas públicas de combate a la corrupción han fallado,
pues a pesar de tener claridad sobre sus causas, no se avanza en sus soluciones
ni en la generación de una cultura eficaz de respeto al uso de recursos
públicos.
Sigue
diciendo la dependencia, los principales factores que se asocian a la
corrupción son: la falta de control de la gestión pública, la carencia de un
servicio civil de carrera para los servidores públicos y una escasa
racionalidad en la aplicación del gasto.
Conviene
preguntarse, ¿en dónde habremos escuchado eso en Tamaulipas? ¿Existirá ese
flagelo o sólo son embustes de gente aviesa? ¿Y las cuentas públicas de los
anteriores alcaldes, ya se aprobaron, o
se sigue negociando en lo oscurito? A Los integrantes de esta legislatura ya
les queda poco tiempo, ¿podrán avanzar en ese renglón o seguirán en el
carpetazo cínico, apostándole al olvido y a la falta de memoria cívica? Y las
deudas públicas onerosas que mantienen a la entidad como la quinta en todo el país
y que de conformidad con la Federación representa un alto riesgo para el país
por el aumento de porcentajes de la deuda del gobierno federal, estados,
municipios, universidades y la banca de desarrollo, pues ha llegado a 77.6% del
Producto Interno Bruto.
Con este
vendaval de inescapables desgracias, más les vale a los que quieren entrarle al
presupuesto, a la opacidad sin recato que le busquen en otro lado y si no, pues
que participen de hacer algo diferente para terminar con las asimetrías
económicas y el infeliciaje.
Si continúan
en la depredación oficial y sosteniendo un sistema político cuyos pilares son
los privilegios, la simulación y el despotismo, pronto veremos una reacción
social que bien podría revertir sus efectos.
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